La cárcel de mujeres de Valladolid. Resistencia y represión de género en la ciudad del Pisuerga
María Jesús Izquierdo García
José Mariano Rodríguez Rico
Gonzalo Franco Blanco
(Investigadores de la Fundación Jesús Pereda de CCOO de Castilla y León)
En todas las capitales y provincias españolas existen lugares marcados por la tragedia del genocidio franquista que configuran un mapa de la represión. Aún son muchos los lugares olvidados, no localizados ni recuperados los restos para la dignificación de las víctimas, pero tanto unos como otros deberían ser señalizados como espacios de recuerdo. Identificados y visibilizados, pueden formar parte de un recorrido contra el olvido que sirva como recurso pedagógico para utilizar con los más jóvenes y también para ir creando en toda la ciudadanía una conciencia crítica que no olvide este pasado.
Años de propaganda y de silencio obligado durante la dictadura, y de olvido a veces premeditado durante la democracia, no podía seguir ocultando la represión franquista de género que tuvo lugar en la ciudad de Valladolid. Esta placa, inaugurada el 10 de marzo de 2023, identifica el específico espacio carcelario de la represión de las vencidas como forma de recuperar nuestra memoria democrática.
El olvido impuesto durante tantos años ha obedecido a su doble condición de víctimas: por “rojas” y por “mujeres”. Ellas fueron castigadas por pertenecer legalmente a partidos, sindicatos o asociaciones de ideologías progresista, republicana, socialista, comunista, anarquista, pero también por ser mujeres libres que traicionaron el papel de género que la nueva ideología tenía destinado para ellas, o simplemente por ser madres, esposas, hermanas o hijas de quienes soñaron con una sociedad más justa y libre. Además, fueron las protagonistas de otra violencia menos normativizada, pero basada en agresiones ocultas que buscaban su aniquilación social.
Mujeres vallisoletanas y construcción del régimen republicano
La incorporación de los estudios de género permite abrir nuevos debates en torno a temas que antes fueron objeto de escasa o nula atención. Este es el caso del papel de las mujeres en la resistencia frente al golpe de Estado franquista y la guerra civil en una ciudad como Valladolid, donde nunca hubo frente de guerra.
Antes de imponerse el hogar como el único cometido de la mujer en el nuevo Estado y de sufrir una represión de género durante el franquismo, las ciudadanas de las primeras décadas del siglo XX participaron activamente en la construcción del régimen republicano y de un nuevo modelo de mujer que subvertía el régimen tradicional patriarcal. Por ello, es esencial considerar sus acciones frente al franquismo como unas prácticas de ciudadanía que ponen sobre la mesa el significado de la defensa de su identidad republicana, así como visibilizarlas como mujeres de resistencia antifranquista. Su papel como sujeto histórico activo puede ayudar a frenar el olvido endémico de las vencidas, condenadas y represaliadas franquistas.
Con la II República, los principios que habían regido las bases estructurales de la sociedad empiezan a tambalearse y se inicia una nueva cultura política participativa para las mujeres, una innovación revolucionaria que trastocará toda su historia.
Las mujeres de Valladolid pudieron escuchar a los pocos meses de proclamada la II República lo que el nuevo régimen deseaba para ellas. Será en agosto de 1931 cuando Clara Campoamor visite la ciudad para participar en un mitin del Partido Radical, donde exhortó a la multitud a apoyar un régimen que defendería su incorporación a los espacios ciudadanos y su inserción en el mundo laboral[1]. Punto central de todo este proceso fue la aprobación del voto femenino (2 de octubre de 1931), cuyo debate tendrá su fiel reflejo en la ciudad del Pisuerga, tanto en la prensa local como en el semanario socialista Adelante[2].
Los cambios serán lentos y estarán protagonizados por las más activas mujeres progresistas, que abordan el camino de su liberación con modificaciones fundamentales en el modelo de familia, su formación, su educación sexual, etc.
En este camino fueron fundamentales las primeras manifestaciones del asociacionismo femenino de la ciudad, que buscaban garantizar la participación de las mujeres en la vida pública. Así se explica la aparición de la Unión Republicana Femenina[3], del Grupo Femenino Socialista[4], así como una presencia contundente en las asociaciones profesionales de estudiantes enmarcadas en la Federación Universitaria Escolar (FUE), en agrupaciones como Socorro Rojo Internacional o la Junta de Socorro Pro Infancia Obrera, etc. En cuanto a los sindicatos, especial importancia tuvieron en Valladolid la Sociedad General de Obreras de la Aguja, presidida por María Luisa Usano Rojo, y la Sociedad de Enfermeras, sin olvidar el Sindicato de Funcionarios Municipales o el predicamento del sindicato de la CNT entre las mujeres.
Los actos de propaganda y sociabilidad organizados por estas agrupaciones no dejan lugar a dudas de su posición activa a favor de crear una conciencia protofeminista republicana[6].
Como no podía ser de otra manera, la educación fue uno de los pilares de este edificio sobre el que asentar la base social de una nueva cultura política de las mujeres, tanto en la Casa del Pueblo como en otros espacios de socialización republicanos y en los centros educativos. En el templo del socialismo, las mujeres conocían las nuevas ideologías, recibían formación y educación, y participaban en agrupaciones culturales como el coro y el cuadro artístico[7]. Además, asistían a las actividades organizadas en la universidad, el Casino Republicano o los teatros[8].
Excursión de los Coros de la Casa del Pueblo a Bilbao para tomar parte en un concurso de corales en agosto de 1934[9]
Por su parte, las docentes vallisoletanas demostraron su claro compromiso con los cambios que demandaban militando en sindicatos como la Federación de Trabajadores de la Enseñanza (FETE), encarnando modernas convicciones sociales y morales, defendiendo el laicismo y el feminismo, y llevando a la práctica modelos educativos novedosos, incluyendo la educación sexual. Todo ello les hará objeto de una represión específica[10]. Un ejemplo de esta nueva manera de entender la docencia es la profesora de Paidología Aurelia Gutiérrez-Cueto Blanchard que, comprometida con la renovación educativa y pedagógica de la II República, mantuvo una clara implicación en la vida política y social de la ciudad, actitud que le costó la vida el 24 de agosto de 1936.
Pero en el mismo barco estaban las trabajadoras de los barrios obreros (Delicias, San Andrés, Puente Mayor, Chancillería, San Ildefonso…), que van conociendo la proliferación de ideologías izquierdistas, muchas veces difundidas por sus padres, maridos, hermanos o compañeros activos políticamente. Estas mujeres, concienciadas de su papel como ciudadanas, hacen suyas las nuevas actitudes políticas y son protagonistas de una activa movilización de la base social, haciendo partícipes también a sus hijos.
Su posición es muy relevante en momentos decisivos del Valladolid republicano, como ocurrió tras la fusión de Falange y las JONS que tuvo lugar el 4 de marzo de 1934 en el Teatro Calderón. En las calles estalló una lucha callejera en la que fue asesinado el estudiante Ángel Abella. Uno de los acusados, el anarquista y dirigente de la FUE Francisco Calle Blanco, será condenado sin pruebas contundentes a 14 años, 8 mes y 1 día de prisión, y serán las mujeres las que se movilicen para protestar por esta sentencia[13].
Asimismo, las mujeres participarán en los procesos electorales y en las movilizaciones sociales que se convoquen durante el periodo republicano para defender los derechos de los trabajadores, destacando el momento álgido de la revolución de octubre del 34, cuando actúan de manera activa para secundar la huelga revolucionaria.
Con el triunfo del Frente Popular, su compromiso social y político con la República adquiere mayor dimensión, pero sin perder de vista sus reivindicaciones feministas. En este sentido, destaca el acto reivindicativo de los grupos femeninos de Izquierda, que tuvo lugar en el Teatro Pradera y al que asistieron 3000 personas. Protestan por el clima de violencia que se vive en la ciudad instigado por los falangistas, pero entre las demandas no dudaron en pedir: A igual trabajo, igual salario en la mujer que en el hombre[14].
En definitiva, son mujeres que ejercen distintas profesiones y se ocupan de su familia, tienen cargos en partidos políticos y en sociedades obreras, han apoyado las candidaturas del Frente Popular y declaran abiertamente sus ideologías socialista, comunista y anarquista. Pero, además, participan de la nueva cultura republicana y tienen un papel activo en la enseñanza, en la sanidad, o en tareas de solidaridad, desde donde defienden la igualdad de género, la educación sexual o la ayuda a los más desfavorecidos. No se debe olvidar que transgreden su papel de género y su naturaleza femenina: rompen las reglas de juego patriarcales y mantienen actitudes libres y feministas. Por eso, no es simplemente una inercia discursiva que en los informes que califican su conducta para ser represaliadas se hable siempre de vidas irregulares, pésimas conductas, peligrosa moral…
La militancia de estas mujeres en muchos casos está vinculada a la educación recibida y al círculo familiar al que pertenecen. Por eso, un análisis de los datos nos demuestra que un tanto por ciento elevadísimo pertenecen a familias que serán ferozmente represaliadas, en las que todos los miembros participan de un compromiso político y sindical muy potente.
El final de sus reivindicaciones. Resistencia frente a la barbarie
Pero llegó el 18 de julio de 1936 y Valladolid era una pieza fundamental en los planes golpistas, debido a que era la sede de la VII Región Militar y de importantes guarniciones militares, cuya adhesión facilitaría el éxito de su objetivo. Los enemigos de la República llevaban meses preparando su golpe definitivo, participando en la conspiración tanto militares como civiles.
A partir de las 20.30 horas, los golpistas se incautan de la radio, de Correos, de Telefónica y del local de la CNT. Y, sobre todo, se toman las sedes del poder: Capitanía, el Gobierno Civil y el Ayuntamiento.
El rápido triunfo del golpe de Estado en Valladolid y el silencio impuesto por la represión, bien extrajudicial (sacas, paseos), bien procedente de sus farsas judiciales, han apuntalado la idea de presentar dicha ciudad como la capital de la sublevación y han encubierto los movimientos de oposición que sí existieron en torno a la Casa del Pueblo y en otros lugares de la capital. Las investigaciones están demostrando que en la ciudad sí existieron heroicos intentos de resistencia, organizados fundamentalmente en los barrios obreros, en los que también participaron las mujeres.
El principal núcleo de oposición se formó en el centro de la capital, en la Casa del Pueblo, que se convirtió la noche del 18 de julio de 1936 en el último bastión en manos de la II República. En este espacio llegaron a reunirse en torno a 1000 personas (hombres, mujeres y niños). Estaban concentradas esperando unas armas que nunca llegaron, y que convirtieron el local en un espacio de resistencia que aguantó toda la noche, hasta su rendición final a las 10.30 de la mañana del día 19 de julio.
Las mujeres también participaron en la defensa de la legalidad democrática en este espacio, en concreto, treinta y ocho (de 15 a 50 años) fueron relacionadas con este foco de resistencia. Antes de la celebración del proceso judicial que buscaba su castigo, fueron excluidas 24 (por ser menores, por demostrarse que fueron detenidas en otros lugares, o por otros motivos). De estas, la mayoría permanecerán como presas gubernativas, las menores de edad puestas a disposición del Tribunal Tutelar de Menores y otras serán nuevamente procesadas para ser, esta vez sí, sentenciadas a diferentes penas. Otras 14 serán juzgadas con sus compañeros en lo que se conoce como “el macrojuicio de los obreros”, bien por probarse que fueron detenidas al rendirse el foco de resistencia o, incluso, aunque no fueran detenidas en este lugar, por considerarse que habían participado de alguna manera. Cinco serán absueltas, aunque ello no les libró de ser represaliadas (permanecerán en la cárcel como presas a disposición del gobernador civil) y todas las demás serán condenadas a 30 años de prisión, excepto una que lo será a 20 por tener 16 años[15].
Pero las mujeres no solo intervinieron en la resistencia de la Casa del Pueblo, sino que ejercieron otras muchas formas de lucha desde el mismo día del golpe de Estado: participaron en la huelga revolucionaria del 18 de julio, hicieron manifestaciones públicas en contra del movimiento y a favor de la esperanza en un triunfo republicano, continuaron con sus militancias clandestinas y honraron la memoria republicana de diferentes maneras. Por ello, serán muchísimas más las represaliadas por el franquismo en Valladolid (en el enlace que acompaña este texto se puede ver la información recopilada hasta la fecha sobre centenares de mujeres de la ciudad de Valladolid. A esta cifra habría que añadir a todas aquellas que sufrieron la persecución y los castigos en la provincia).
Las cifras para la ciudad, nunca definitivas, reflejan una mayoría de mujeres muertas extrajudicialmente (29 identificadas, a las que hay que añadir 22 inscritas en las actas de defunción como desconocidas), tres fusiladas después de procedimiento judicial, dos desaparecidas, una muerta en la cárcel, centenares de encarceladas, así como otras formas de represión que se concretan en depuraciones, incautaciones, violaciones, humillación, olvido y silencio. Y, junto a todas ellas, las llamadas víctimas subsidiarias, perseguidas por el simple hecho de ser madres, esposas, hermanas, hijas o tener algún tipo de vínculo con los varones perseguidos, y también todas aquellas que en la posguerra reconstruyeron sus vidas y familias desde las cenizas, convirtiéndose con sus resistencias cotidianas en las protagonistas de utilizar lo que James Scott llama “las armas de los débiles”, tan importantes para debilitar al poder[16].
Las tres mujeres ejecutadas por sentencia judicial en Valladolid fueron la modista Vicenta Bermejo, dirigente de las juventudes marxistas y novia del significado anarquista Félix Leffler, a quien ayudó en sus acciones revolucionarias[17], y “Las Doyagüez”, madre e hija, miembros de una familia ferozmente represaliada por su activa militancia. Además de participar en la resistencia, también fueron acusadas de oponerse a la sublevación militar mediante los disparos efectuados desde su casa. El matrimonio y el hijo menor fueron detenidos dentro del domicilio, mientras que las dos hijas lo serán en las inmediaciones de la Casa del Pueblo. El padre y el hijo varón sufrirán penas de prisión, y Pilar, la menor de la familia, quedará a disposición del Tribunal Tutelar de Menores. Las dos mujeres serán condenadas a muerte y fusiladas en el páramo de San Isidro de la ciudad el 6 de septiembre de 1936[18].
Mujeres del Grupo Femenino Socialista en una visita al monasterio de El Escorial en 1932. Aparecen sentadas, primera por la izquierda, María Ayllón (asesinada extrajudicialmente) y, tercera por la izquierda, Vicenta Bermejo (fusilada tras procedimiento judicial); de pie, tercera por la izquierda, Pilar Barajas, que estuvo encarcelada. El original de esta fotografía pertenece a Julio Fernández Barajas, hijo de Pilar Barajas Fernández[19]
Carné de la Juventud Socialista de la fusilada Vicenta Bermejo[20].
La cárcel de mujeres de Valladolid
En el histórico Palacio de Chancillería estaba la cárcel de Valladolid, un caserón carente de las más mínimas condiciones para albergar a la población reclusa[21]. Fabricada con piedras de sillería y con muros muy robustos, comenzó a construirse en la década de los 70 del siglo XVII y se terminó a principios del XVIII. A comienzos del siglo XX ya estaba en un estado lamentable.
Con la llegada de la II República, y siguiendo la nueva política penitenciaria de Victoria Kent para dignificar las cárceles, se construyó un nuevo edificio, que se inauguró el 20 de julio de 1935, en lo que actualmente es el Centro Cívico Esgueva, a escasos 600 metros de la antigua cárcel[22]. Tenía capacidad para 600 reclusos, aunque en aquel momento estaba poblada por 250 hombres y 3 mujeres. Será la cárcel de la ciudad hasta que se inaugure la cárcel de Villanubla en 1985.
Pero el mismo día del golpe de Estado, con el comienzo de la brutal represión, se tuvieron que habilitar otros espacios para alojar a las miles de personas detenidas. Fue entonces cuando, desde el día 19 de julio de 1936, se reabre la cárcel vieja, donde ingresan 320 personas. En la cárcel nueva entran 251, entre ellas las 32 mujeres detenidas ese día.
Consolidado el triunfo golpista, la cárcel nueva se fue destinando a los que iban a ser juzgados, a los condenados a muerte y a la celebración de juicios, mientras que la cárcel vieja va cimentando su carácter de presidio exclusivo femenino[23]. El primer traslado importante se realizó en septiembre de 1936 y dos nuevos traspasos, el 10 y el 22 de septiembre de 1937, la instituyen como la cárcel de mujeres[24].
Vida y muerte en la cárcel de mujeres
En la cárcel vieja de Valladolid se hacinaron centenares de ciudadanas, tanto de Valladolid capital como de la provincia, así como mujeres procedentes de otros establecimientos penitenciarios del resto del país.
El edificio estaba impracticable, comprendía un edificio de planta cuadrada con un patio central, compuesto por planta baja y planta superior. En el patio existía un caño de agua y un pozo como desagüe. No contaba con ningún tipo de servicios, las presas convivían con las ratas, los parásitos, la falta de medidas de higiene, las enfermedades, el frío y la desnutrición.
En condiciones deplorables, ocupando todos los espacios (pasillos, patio y rellanos), estuvieron encerradas mujeres de 16 a 67 años, obreras de todo tipo de oficios, maestras, dirigentes políticas y sindicales, etc. La mayoría fueron presas gubernativas, es decir, nunca serían juzgadas, estaban a disposición del gobernador civil y pasaron en la cárcel el tiempo que arbitrariamente les asignaba la autoridad franquista. Por aquí pasaron algunas de las rosas vallisoletanas[25], y aquí se aplicó la represión de género con todo tipo de humillaciones (rapados, aceite de ricino, violencia sexual…). Para acercarse al conocimiento de la cárcel de Valladolid, es imprescindible consultar la investigación realizada por Diego Fernández (se adjunta el enlace a este trabajo)[26].
Dentro de la cárcel. Solidaridad y militancia
Pero en la cárcel también hubo espacio para la esperanza, la resistencia y la solidaridad, lo que ayudó a soportar las duras condiciones del presidio.
Las presas celebraron los éxitos del Ejército republicano[27], transmitieron la memoria democrática en cartas y canciones, y no descuidaron ni su educación ni sus condiciones físicas y mentales.
Apolonia Santos (marcada con una cruz), presa que escribió una carta dirigida a otro recluso para manifestar su alegría por los triunfos republicanos[28].
Para ello crearon un sistema de relaciones basado en los cuidados, que les permitió sobrevivir física y psicológicamente, así como combatir la estructura humillante que se ejercía sobre ellas. Elena Pinar Ortega, hermana del conocido anarquista Gerardo Pinar, que soñaba con ser actriz, enseñaba a leer y a escribir a sus compañeras de presidio; la matrona Florinda Martín organizó un pequeño dispensario médico donde atendía a las presas, incluidos sus partos, así como sus dolencias y las consecuencias de las violaciones[29], y Pilar Lion Aparicio, hija de un diplomático francés, perteneciente a una conocida familia liberal de la ciudad, habilitó una especie de economato que abría sus puertas por las tardes, con “el fin de ayudar a las mujeres con menos recursos y complementar la insuficiencia de las dietas alimentarias”[30].
Pero además de cuidados, también pusieron en marcha otras prácticas de resistencia destinadas a mejorar su situación. La modista Eloísa de Castro, presidenta del grupo femenino socialista, para ralentizar los trabajos que les exigían, enseñó a las presas a “hacer como si cosían” cuando eran vigiladas (no hacer nudo en el hilo era la consigna), y así conseguían que no les encargaran continuamente nuevas labores[32].
Autores[34]
María Jesús Izquierdo, licenciada en Geografía e Historia por la Universidad de Valladolid, es docente de Historia y correctora de textos para distintas editoriales y la Unidad de Corrección de Estilo de la Universidad Isabel I de Burgos. Desde el 2002 centra sus trabajos de investigación en el estudio de la guerra civil y la represión franquista en Valladolid. Entre sus labores relacionadas con esta temática, destaca la coordinación del libro, publicado por la editorial Comares en 2022, Cuando luchar es sobrevivir. Resistencia(s) de las mujeres frente a los totalitarismos y de la obra La revolución educativa en la segunda república y la represión franquista, publicada por la UVA en 2014. Su obra Pizarras vacías, premiada por la Diputación de Valladolid y publicada por la UVA en 2015, puso nombre y apellidos a los centenares de docentes represaliados en la ciudad y provincia. En la actualidad, organiza talleres de memoria democrática, que se imparten en el ámbito universitario, en Educación Secundaria y en diversos espacios cívicos, y centra sus investigaciones en las resistencias que organizaron las vallisoletanas y los vallisoletanos para defender la democracia y la libertad ante el golpe de Estado de julio de 1936.
José Mariano Rodríguez Rico, investigador y activista del movimiento de recuperación de la memoria democrática. Autor junto a María Jesús Izquierdo del artículo “El interés de la memoria versus la memoria interesada. El triunfo del silencio sobre los vencidos de Peñafiel (Valladolid)”, publicado por la editorial Comares en 2019 y de la Introducción del libro de César de la Torre, Guerra Civil y represión en Zaratán, publicado por la ARMH de Valladolid en 2010.
Gonzalo Franco Blanco es licenciado en Geografía e Historia y posgrado en Igualdad de Género. Ha sido trabajador de Correos como funcionario del cuerpo ejecutivo postal. Ha desarrollado responsabilidades como coordinador del sector postal de CCOO en Castilla y León y ha sido secretario general de CCOO de Valladolid. En el campo de la investigación sobre memoria democrática es coautor de Los trece Villanueva. El asesinato de trece vecinos de Villanueva de San Mancio (Valladolid) en agosto de 1936. Actualmente, colabora en la investigación de la resistencia frente al golpe de Estado de 1936 en la ciudad de Valladolid.
Fuentes consultadas
Libros
Valladolid 1936. Todos los nombres (2014). Edición de la ARMH de Valladolid.
Berzal, Enrique (2008). El Valladolid republicano. Anidia.
Carbonero, Sonsoles. (2000). Cultura ciudadana y socialización política en la república. Actitudes y comportamientos de los vallisoletanos entre 1931 y 1933. Universidad de Valladolid.
Fernández Benito, Diego (2021). La cárcel de mujeres de Valladolid: represión franquista de posguerra desde una perspectiva de género, 1936-1939.
Archivos
Este trabajo se sustenta en la consulta de una profusa documentación procedente de archivos locales y nacionales (Archivo Municipal de Valladolid, Archivo Histórico Provincial, Archivo de la Real Chancillería, Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca…), pero sobre todo en el análisis de los juicios conservados en el Archivo Intermedio Militar Noroeste del Ferrol, en los que estuvieron procesadas las mujeres vallisoletanas del periodo investigado[35]. En la tabla que contiene los datos de las mujeres represaliadas de la ciudad de Valladolid figura un apartado específico donde se indica la procedencia de la información de cada una de ellas.
Periódicos y revistas
El Norte de Castilla
Diario Regional
Adelante: órgano de la Agrupación Socialista de Valladolid
Notas
[1] El Norte de Castilla (en adelante, ENC), 23 y 25 de agosto de 1931. El 17 de abril de 1931, multitud de mujeres del barrio de San Andrés ya habían mostrado su apoyo a Campoamor cuando pasó por la ciudad en un tren procedente de París, “agitando pañuelos y banderas rojas desde las vías y sus casas” (ENC, 17 de abril de 1931).
[2] Sobre este tema, véase la obra de Gómez Carbonero, Sonsoles (2002). Cultura ciudadana y socialización política en la República. Actitudes y comportamientos de los vallisoletanos (pp. 224-226), Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
[3] Surgió en Valladolid en noviembre de 1932 con los objetivos de “defender la República liberal y democrática, los derechos políticos, jurídicos y sociales de las mujeres, los derechos del niño y su protección, educación política y social del ciudadano, preparación de las mujeres para ejercitar sus derechos cívicos, activos y pasivos, y divulgar los principios internacionales de fraternidad, inteligencia y pacifismo”: ENC, 2 de noviembre de 1932.
[4] Se constituyó en el Ayuntamiento en diciembre de 1932. Se congregaron en torno a 150 mujeres y su junta directiva quedó formada por Eloísa de Castro (presidenta, que será posteriormente encarcelada, así como su marido y su hijo); María Zungarren (vicepresidenta); María Ayllón (secretaria, que será asesinada); Casimira Alonso (tesorera), y las vocales Eustasia Méndez y Pilar Arranz (será encarcelada): Véase Adelante, nº 65, 25 de diciembre de 1932.
[5] Álbum familiar de la dirigente socialista Eloísa de la Torre (cesión de su nieta Pilar de la Torre).
[6] “Vosotras mujeres españolas, que por concesión de la República vais a venir a la vida pública por vez primera, debéis hacerlo con verdadera emoción democrática y republicana, procurando hacer un buen uso, el uso debido de ese arma tan formidable que la República ha puesto en vuestras manos” (Adelante, nº 71, 5 de febrero de 1933).
[7] Mujeres protagonistas de este espacio y de estas actividades fueron Carmen Labajo Burgos, conocida como “La institutriz de la Casa del Pueblo”, o la profesora de partos Florinda Martín y la enfermera María Concepción Arce Ochandiano, que daban clases de educación sexual. En las formaciones culturales participaron activas socialistas como María Ayllón o Eloísa de Castro.
[8] Durante 1933 tuvieron la oportunidad de asistir a las representaciones de La Barraca de García Lorca en el Teatro Pradera: El Norte de Castilla, 12 de abril, 2 y 12 de septiembre de 1933.
[9] Álbum familiar de la dirigente socialista Eloísa de la Torre (cesión de su nieta Pilar de la Torre).
[10] Sobre la educación republicana y la represión de las docentes en Valladolid, véase Izquierdo García, María Jesús (2015). Pizarras vacías. Universidad de Valladolid.
[11] Emilia Tasis era hermana de las también maestras depuradas Clara y Josefa Tasis, e hija del secretario del Sindicato Socialista de la Compañía de los Ferrocarriles del Norte, Victoriano Tasis. Daba clase en la graduada número 4, que tenía el nombre de Pablo Iglesias (actual Gonzalo de Córdoba). Fue acusada de tener ideas extremistas, de asistir a reuniones de la Casa del Pueblo y de ocupar cargos en la Juventud Socialista. Se hace mucho hincapié en su expediente de depuración en que era amiga de Margarita Nelken con quien paseaba por Valladolid. Fue separada definitivamente de su puesto de trabajo. Véase Izquierdo García, María Jesús (2014). Op. cit., p. 138. La foto fue publicada en ENC, 1 de mayo de 1936.
[12] Aurelia es un claro exponente del nivel de formación científica que llegaron a alcanzar algunas intelectuales en la década de los años 30. Había sido profesora en la Normal de Jaén, Granada y Melilla. Desde 1933 vivió y trabajó en Valladolid, donde tuvo un papel dirigente en La Normal e hizo gala de su cultura y sus ideas pedagógicas en numerosos artículos y conferencias, hasta que fue vilmente asesinada en agosto de 1936.
[13] Son muchas las mujeres represaliadas de Valladolid a las que se acusa de haber mantenido amistad con Francisco Calle y de haber participado en las movilizaciones para pedir su liberación: es el caso de su novia Sara Rubio, de Elisa González García, Ángeles Sarabia, Juana García Vega, Marina Zarzuelo, etc.
[14] Sobre la celebración de este acto véanse: Archivo Histórico Provincial de Valladolid (en adelante AHPVa, Fondo Gobierno Civil, Caja 106 y ENC, 17 de marzo de 1936.
[15] Archivo Intermedio Militar Noroeste del Ferrol (en adelante ATMF), Caja 154, Causa 102 de 1936.
[16] Scott, James C. (1990). Los dominados y el arte de la resistencia. Txalaparta.
[17] Se entregó en la Comisaría de Investigación y Vigilancia el día 21 de julio de 1936 al saber que habían detenido a su madre: ATMF, Caja 156, Sumarísimo 72 de 1936.
[18] Su casa era considerada uno de los focos más activos de oposición al golpe de Estado, a donde acudían extremistas y donde se encontraron brazaletes, estrellas comunistas, documentación de Socorro Rojo Internacional, etc. (ATMF, Caja 156, Causa 59 de 1936). Los cuerpos de estas dos mujeres han sido identificados en las exhumaciones realizadas en el cementerio de El Carmen por la ARMH de Valladolid.
[19] Díez Martín, María Teresa (2002). «Ciudadanas de Valladolid en la II República», Revista de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, vol. 20, nº 1, pp. 101-107. Resumen disponible en https://maytediez.blogia.com/2007/092701-ciudadanas-de-valladolid-en-la-segunda-republica-resumen-.php
[20] Documento incluido en su juicio: ATMF, Caja 156, Causa 59 de 1936.
[21] Es un edificio de planta cuadrada y patio central, que tras un incendio en julio de 1979 fue completamente restaurado. En la actualidad alberga la Biblioteca Universitaria Reina Sofía.
[22] Se aprobó su construcción en julio de 1931, comenzando las obras en 1932. Se levantó en un terreno municipal cedido temporalmente a la Casa de Beneficencia para huertas en el camino del cementerio. La nueva prisión se inauguró en julio de 1935, con departamentos de hombres y mujeres, patios, comedor, escuela, biblioteca, enfermería, servicios de higiene… (ENC, 20 de julio de 1935).
[23] Desde aquí, muchas mujeres serán trasladas a otras prisiones alejadas de la ciudad, siguiendo así una política de dispersión geográfica que hacía más duro el castigo. Destacan, en este sentido, las cárceles de Saturrarán, en el País Vasco, y la de los Salesianos de Santander (concretamente, en febrero del 39, 68 presas vallisoletanas -29 de pueblos de la provincia- fueron trasladadas a dicho establecimiento penitenciario (AHPVa, Expediente penitenciario de Teresa Alonso, Caja 5).
[24] Indica el investigador Diego Fernández que en 1913 el aforo del presidio estaba estimado entre 100 y 125 reclusas. Si en 1946, cuando ya muchas presas habían salido en libertad, el número de reclusas para la Prisión Provincial de Valladolid era de 385, nos podemos imaginar la magnitud del hacinamiento durante la Guerra Civil: Fernández Benito, Diego (2021). La cárcel de mujeres de Valladolid: represión franquista de posguerra desde una perspectiva de género, 1936-1939, pp. 20-21. https://www.academia.edu/49915831/La_cárcel_de_mujeres_de_Valladolid_represión_franquista_de_posguerra_desde_una_perspectiva_de_género_1936_1939
[25] De aquí salió para ser asesinada extrajudicialmente el 20 de noviembre de 1936 la dirigente socialista María Ayllón, que estaba casada con un trabajador del ayuntamiento también represaliado y que pidió a sus compañeras que no la olvidaran y que vengaran su muerte (dato aportado por Pilar de la Torre, nieta de la dirigente socialista Eloísa de Castro, que coincidió con María Ayllón en la cárcel).
[26] Fernández Benito, Diego (2021). Op. cit. Disponible en https://www.academia.edu/49915831/La_cárcel_de_mujeres_de_Valladolid_represión_franquista_de_posguerra_desde_una_perspectiva_de_género_1936_1939
[27] Especialmente significativa es la carta dictada en octubre de 1936 por Ángela Rodríguez a Apolonia Santos, y destinada a otro encarcelado, en la que se describe cómo celebraban las buenas noticias que llegaban sobre la evolución de la guerra: “[…] fíjate la alegría que nosotras teníamos […] bailábamos jotas […], creo que vosotros desde arriba igual nos verías, nos dirías qué locas son, pero ya sabéis vosotros que hay ratos que estamos cantando y al momento llorando porque pensamos que han segado nuestras vidas” (ATMF, Caja 160, Causa 940/1936).
[28] Apolonia Santos escribió de su puño y letra, en una carta dirigida a otro preso, una versión de Bandera roja, una canción comunista interpretada en Rusia antes de la revolución del 17, que refleja un considerable conocimiento de la cultura de la resistencia. Fotografía incluida en su juicio: AMF, Caja 160, Causa 940/1936.
[29] Florinda Martín o “doña Flora”, como era conocida por todas las presas, fue una trabajadora municipal depurada por su clara implicación política. Miembro relevante de la Casa del Pueblo, donde daba clases de sexualidad, fue detenida en agosto de 1936. Para conocer su actuación dentro de la cárcel, véase Fernández Benito, Diego (2021). Op. cit., pp. 32-33.
[30] Fernández Benito, Diego (2021). Op. cit., pp. 30-31.
[31] ENC, 22 de julio de 1932. Elena representó a Valladolid en julio de 1932 en el concurso internacional “Mis afición” (taurina) organizado por la Asociación de la Prensa de San Sebastián. Era un concurso en el que participaban mujeres españolas y francesas para dar más boato a las fiestas. Soñaba con ser actriz mientras se preparaba las oposiciones a auxiliares del Ministerio de Fomento. Detenida el 19 de julio, aunque sin llegar a entrar en prisión, figura como presa gubernativa desde el 29 de julio de 1936 (ENC, 30 de julio de 1936). Desconocemos su destino final.
[32] Dato aportado por su nieta Pilar de la Torre (entrevista agosto 2022).
[33] Figura como la presidenta del Grupo Femenino Socialista en 1932. Su marido Vicente de la Torre y su hijo Vicente de la Torre de Castro fueron encarcelados, y su suegro (Saturnino Montiel) asesinado. Acusada de adhesión a la rebelión fue condenada a 30 años de cárcel. Tras ingresar en la cárcel de Valladolid en agosto de 1936, pasó por las cárceles de Saturrarán y Palma de Mallorca. Queremos agradecer a la nieta de Eloísa, Pilar de la Torre, su generosidad y colaboración aportadas para esta investigación.
[34] Los tres autores son investigadores de la Fundación Jesús Pereda de Castilla y León, y también son los responsables de la información del QR instalado en la escultura de Manuel Sierra, situada a la entrada del Ayuntamiento, que rinde homenaje a los trabajadores del ayuntamiento republicano. En 2023 se publicará su trabajo titulado “Y nosotros ni un arma ni un cuchillo”. La resistencia de las mujeres de Valladolid frente a la sublevación franquista (1936-1939), presentado en el XI Encuentro Internacional de Investigaciones sobre el Franquismo, celebrado en noviembre de 2022 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León.
[35] Queremos agradecer a Jimi Jiménez, investigador del Gobierno de Navarra, que nos haya facilitado el acceso a este importantísimo corpus documental.